Los cursos de locución y doblaje siempre han sido mi debilidad. En muy poco tiempo, el alumnado aprende la técnica y empieza a ver grandes avances. Es, sin duda, la formación más satisfactoria. Cada vez que he impartido un curso de locución y doblaje, el último día de clase recupero las grabaciones del primer día para poder comprobar los avances de cada uno. Ver las caras de felicidad y un poco de incredulidad por todo lo que han mejorado es mi mayor recompensa.
Trabajar con niños siempre es un reto. Son alumnos con unas exigencias muy particulares. Hay que saber mantener su atención y adaptarse a las capacidades y necesidades de cada uno. Esto último es importante en todas las formaciones, pero con los peques suele haber más diferencia entre unos y otros.
Pero cuando hablamos de doblaje, trabajar con niños tiene una gran ventaja: no suelen tener tanto sentido del ridículo como los adultos, por lo que generalmente la vergüenza no es su enemiga. La espontaneidad de los niños juega a su favor. Y también, por supuesto, que son muy buenos espectadores, por lo que enseguida captan los códigos de cada personaje.
Aquí os dejo un pequeño vídeo de uno de los cursos de doblaje infantil que he tenido la suerte de impartir.