«Esto también pasará» es la frase que me repito desde que me diagnosticaron cáncer. Vale para los malos momentos, pero también es importante recordarla en los buenos. Mi psicooncóloga me habló de esta leyenda y he querido compartirla para que pueda ayudar a alguien más.
Si no te apetece leer, al final del texto está la grabación para que puedas escucharla 😉
La fábula del anillo del rey
Cuenta la leyenda, que un rey reunió a los sabios de su corte para hacerles una petición:
“He mandado hacer un precioso anillo con un diamante. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total.Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo».
Aquellos eruditos habían escrito grandes tratados, pero no sabían cómo darle un mensaje de dos o tres palabras que pudiera ayudar al rey en esos momentos en los que consideraba que esa ayuda podría marcar la diferencia.
El monarca tenía un anciano sirviente, que le dijo: “No soy un sabio, ni un erudito, pero conozco el mensaje que buscas”. El anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey con una advertencia: “No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando no encuentres salida a tu situación”.
El momento llegó cuando el país fue invadido y el rey tuvo que huir para salvar la vida mientras sus enemigos le perseguían. Llegó a un lugar donde el camino se acababa al borde de un precipicio. Y entonces se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró el siguiente mensaje: “Esto también pasará”.
Mientras leía aquella frase, los enemigos que le perseguían se perdieron en el bosque al errar el camino, y pronto dejó de oír el trote de los caballos. El rey logró reunir a su ejército y reconquistar el reino.
El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración. El anciano se acercó al rey y le dijo: “Es el momento de que vuelvas a leer el mensaje”. Al ver la cara de sorpresa del rey, le explicó: “No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estás derrotado, también sirve cuando te sientes victorioso. No es solo para cuando eres el último, también para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”. –“Recuerda que todo pasa – dijo el anciano- Ningún acontecimiento ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Entonces, y solo entonces, el rey comprendió la profundidad de aquellas palabras.